El Golpe de Estado de 1963, una mancha indeleble
Hoy se cumplen 59 años del Golpe de Estado que interrumpió de manera abrupta el mandato constitucional del profesor Juan Bosch, el primer presidente electo de forma democrática luego de la decapitación de la extendida tiranía de Rafael Leónidas Trujillo.
Aquella madrugada del 25 de septiembre de 1963 se mancharía con tinta imborrable otro pedazo de papel en el libro histórico de la República Dominicana.
Durante siete meses, entre febrero y septiembre, Bosch sufriría innumerables ataques de diversos sectores debido a varias de sus medidas que afectaron a poderosos empresarios, políticos y religiosos.
La reforma a la Constitución de 1963, promulgada en abril de ese año, fue la gota que rebasó la copa para los enemigos del joven gobierno, ya que en ella veían las supuestas garras del comunismo sobre el país. Y es por eso que, bajo esa justificación y en el contexto de la llamada Guerra Fría, tanto civiles y militares planificaron derrocar al profesor Bosch y establecer un triunvirato.
Entre los puntos que establecía la Constitución de 1963 estaba el derecho a la participación de los trabajadores en los beneficios de las empresas, derecho de ir a la huelga, igualdad de derecho del hombre y la mujer, libertad sindical, libertad de pensamiento y asociación, libertad de culto, igualdad de los hijos.
También abordaba a la salud como un derecho fundamental. Prohibía el monopolio y el latifundio, y el minifundio se declaraba como antisocial. Reivindicaba la seguridad de mercado para la producción agrícola, la necesidad de la reforma agraria, la rendición de cuentas del funcionario público, entre otros puntos.
En la obra «El Golpe de Estado» del periodista y escritor Miguel Guerrero, este rescata un memorándum de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) que resalta las molestias que tuvieron poderosos sectores con la Constitución de 1963.
El libro describe que: «particularmente, la Iglesia se sentía ofendida por omisiones y disposiciones que afectaban sus relaciones tradicionales con el Estado y que tras la firma del Concordato, en pleno apogeo de la Era de Trujillo, quedaron oficializadas. El memorándum pasaba a analizar a seguidas la naturaleza profunda de los problemas económicos y sociales del país, admitiendo que la reforma agraria y el desempleo urbano parecían tener prioridad sobre los otros».
Otro de los tantos problemas que Bosch tuvo fue con los militares, a quienes la nueva Constitución también les despojaba de las prebendas y privilegios que poseyeron durante mucho tiempo.
El miedo al comunismo
Y es que, luego que la Revolución Cubana se concretara en enero de 1959, iniciaba para Estados Unidos un verdadero dolor de cabeza en el continente.
El fantasma del comunismo, como idea que podía concretarse en un país del hemisferio occidental y propagarse como una pandemia sobre los demás, no dejaba dormir a los gobernantes estadounidenses.
Prueba de eso serían las declaraciones del presidente estadounidense John F. Kennedy, quien diría que en la relación de Estados Unidos con República Dominicana se ofrecían tres opciones de carácter político: un gobierno democrático, una dictadura tipo Trujillo o un régimen castrista.
Las ideas de reforma agraria y la eliminación de los privilegios en la Constitución de 1963, así como la poca firmeza para combatir a los cuadros radicales de izquierda establecidos en el país, degeneraron en el Golpe de Estado que mermaría la voluntad popular.
El Gobierno de facto
Luego de que Bosch saliera del Palacio Nacional y fuera obligado a exiliarse en Puerto Rico fue juramentado el Primer Triunvirato, el cual estuvo encabezado por Emilio de los Santos.
De los Santos solo permaneció tres meses en el poder ya que tuvo que renunciar en diciembre de ese año, luego de que Manolo Tavárez Justo fuera fusilado junto a decenas de sus hombres en Las Manaclas.
El Segundo Triunvirato fue encabezado por Donald Reid Cabral (diciembre 1963- abril 1965), quien junto a Ramón Cáceres Troncoso, agudizó la crisis institucional que vivía el país tras el Golpe de Estado.
Reid Cabral y Cáceres Troncoso permanecieron en el poder hasta el estallido de la Guerra de Abril en 1965.
DALTON HERRERA